Minutos se escurren entre mis dedos, cual agua de manantial que no quiere contaminarse con la impureza de un corazón partío...
Fresca brisa de la noche que traes a mí, tan crueles recuerdos de las pocas horas que aún conservo de su presencia, arrancalos de mí, que no soporto la fría lluvia de pensamientos que se cuela en mis huesos, calando en mis nervios con un estremecedor arrebato de locura...
Sol naciente que sales cuando muere mi lucero, deja que se quede un rato más, permite que me acompañe en la letal agonía, que en mi pecho palpita cada vez que involuntariamente vuelvo a suspirar...
Dulce manjar, que en otros tiempos deleitabas mi paladar, atraviesa ahora mi garganta quemándome donde antes me permitía descansar, continua, por favor, torturando mi alma, tal vez así me concentre, en algo diferente que no sea tu andar...
Los días pasan, ya no escucho el murmullo de tu voz, ya se fue el extraño silencio que acompañaba tus palabras, ya me dejó el triste recuerdo de tus pasos dispersos por nuestra casa, pero hay algo que nunca abandonará mi memoria, lo único que aun atesoro en mi alma, mi distorsionado reflejo pintado en tonos grises en lo profundo de tus ojos negros...
Anonima RA
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